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Coaching en la Encrucijada

Cuando tienes que tomar una decisión que puede cambiar el rumbo de tú vida ¿De qué manera te sitúas delante de la circunstancia? ¿Qué reacciones te producen los obstáculos que surgen? ¿Qué tipo de acciones acostumbras realizar en consecuencia? ¿Estás preparado para fracasar? ¿Qué te irrita? ¿Qué prejuicios reconoces en ti? ¿Qué te encanta? ¿Qué es capaz de dejarte sin aliento? ¿Qué te fascina? ¿Qué te apasiona? ¿Estás dispuesto a dejarte sorprender? ¿Cuál es el sueño de tu vida? ¿Qué estás dispuesto a hacer para conquistarlo?

Partamos generosamente del principio de que todos somos personas en condiciones y con ganas de realizar acciones en nuestro beneficio, de nuestra familia, de nuestros amigos y de la sociedad en que vivimos. Partamos del principio de que vivir es una oportunidad de considerar cada encuentro como una oportunidad para escuchar activamente, para comprender al otro en la forma y la profundidad de que eres capaz y ayudarlo a realizar acciones que le propicien encontrar el camino de sus sueños y sus valores más profundos. Esto, para iniciar esta conversación, es un acto de amor.

El conocimiento está hecho para ser compartido y compartir es uno de los equivalentes del amor. Compartir significa donar y colocar a disposición algo que tú creas que es importante también para tu interlocutor. Donar es un sinónimo de generosidad y la generosidad es un componente del amor.

Compartir también es aprender, aprender es respetar, y respetar es uno de los principales elementos del amor. Compartir es agradecer, y agradecer es tener grandeza y un gesto de grandeza es un gesto de amor. Por eso el primer ingrediente de este plato, es el amor. Hablando de plato, cocinar es un acto de amor. Las madres saben eso muy bien. Ellas tratan de dar lo mejor de sí mismas, en algo que no sólo te hará bien sino que también sabe delicioso. No olvides en esta caminata que la tarea ineludible y el placer deben caminar juntos y mezclados. Siempre.

Tu mirada hacia el otro deberá estar impregnada de compasión. Compasión o cualquiera de sus sinónimos -altruismo, humanidad, perdón- siempre da paso al aprendizaje y el aprendizaje es el camino. Un camino de doble mano.

Las condiciones económicas, sociales, geográficas, políticas, religiosas o de cualquier otra índole, nunca fueron impedimentos para el sueño y la esperanza.

Hace veintitrés siglos, Aristóteles llegó a la conclusión de que lo que buscan hombres y mujeres, más que cualquier otra cosa en el mundo, es la felicidad. Cuentes la historia que quieras contar, diseñes tu proyecto personal como te parezca, trajines el mejor camino para el logro de tu objetivo, estoy casi seguro que esperas que el final de la historia sea como los cuentos infantiles: “…y vivieron felices, para siempre”. Hoy, como desde siempre, la cosa no ha cambiado mucho.

Estas palabras que, de forma sencilla, objetiva, simplificada, buscan ayudarte a emprender el viaje hacia donde quieras dirigirte y encontrar el destino que buscas, sea éste cual fuere, también son parte de este ritual de amor que impulsa el ejercicio de los procesos de coaching.

El impulso es tuyo, el proceso es tuyo, la caminata es tuya, el destino es tuyo; estoy aquí para apoyarte, ayudarte, acompañarte.

Acalla la voz interior que habla de las enormes dificultades, de las imposibilidades y escucha profundamente tu corazón y tu intuición. Esta escucha profunda, sincera, despojada de prejuicios, tiene, de alguna manera, las respuestas a los miedos, a las incertidumbres. Aquí lo que importa es lo que tú has descubierto como aquello que te hace sentir poderoso, pleno, feliz. Que te apasiona, te entusiasma y te hace soñar en verlo realizado.

Todo lo demás es…

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