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Soñar juntos y ¡YA!

¡Sé el cambio que quieres ver! Si bien es una frase conocida y a veces manoseada, no deja de ser cierta. Soñar e imaginar es gratis, y a partir de esa capacidad, se han construido familias, ciudades, emprendimientos, nuevas tecnologías… El mundo que conocemos y habitamos.Desde ahí, hay una pregunta que nos invita a poner en práctica esta habilidad: ¿Qué pasaría si realmente actuáramos, viviéramos y nos relacionáramos según los cambios que nos gustaría ver?

Para funcionar en el mundo, emitimos opiniones, incluso sabiendo que otras personas pueden tener las suyas muy distintas a las nuestras. En esas opiniones se basan en nuestros juicios y siempre que emitimos un juicio es “por o para algo” ya que en ellos visualizamos un futuro en el cual nuestro juicio abrirá o cerrará posibilidades. Si tengo el juicio de que no soy capaz de viajar solo por el mundo, que me perderé o que me podría pasar algo terrible, probablemente no me atreveré a tomar un avión para vivir la aventura incluso si me regalasen ese pasaje. Palabras como “bueno” y “malo”, “lindo” y “feo”, “mejor” y “peor”, “competente” e “incompetente”, etc., son todas usadas para emitir juicios. Pero estos cambian según los estándares de quién los emite. Por ejemplo, puedo encontrar que un comportamiento fue sobresaliente en el pasado y luego, tras un tiempo, pasa a ser sólo bueno o incluso regular. Los juicios son históricos, ya que los estándares que utilizamos para hacerlos, cambian con el tiempo. Pasado algunos años, puedo mirar hacia atrás y emitir el juicio que “dada mi inmadurez y paranoia mediática, desaproveché la oportunidad de conocer docenas de países”. Más allá que este juicio sea fundado o infundado, sigue siendo un juicio desde donde construiré mi discurso en la vida y desde ahí seguiré construyendo mis posibilidades. Aprovechando el mes del patrimonio y un contexto nacional donde palabras como “confianza”, “probidad”, transparencia” nos han puesto a debatir en torno a los estándares desde donde construimos los juicios que las rondan, se nos abre la oportunidad de utilizar nuestra capacidad de soñar con el país que queremos construir. Patrimonio es lo que se hereda, son los bienes y derechos a los que las personas acceden como miembros de alguna comunidad. Pero también el patrimonio es lo que somos capaces de construir y definir como la comunidad que somos: nuestro hogar y sus reglas, los valores de una organización y cómo estos se aplican, la educación para nuestros hijos, así como también los líderes que representen esa intención de construcción conjunta. Si soñamos con una ciudad donde la gente sea amable, sonría más, nos de la pasada en un ceda el paso, no viva con el miedo a que le vayan a robar la casa mientras pasa la noche en un albergue producto de un volcán, etc. ¿qué me frena a ser parte de ese cambio?

Somos los que construimos y cooperar es la capacidad de participar en la construcción del espacio social sin sacrificar la autonomía de pensar, sentir y hacer. La confianza se gana con el tiempo, cuando podemos emitir el juicio de que lo que lo que se dice, se hace. ¿Cuál será nuestro legado? ¿Qué patrimonio estamos construyendo? ¿Somos capaces de imaginar realmente qué pasaría si cada uno de nosotros fuera el cambio en la transparencia, probidad y confianza que queremos ver? Debemos atrevernos a soñar en conjunto, ¡AHORA!, e imaginar la comuna, ciudad, país que queremos ser. A partir de eso, redefinir algunos de los estándares que pasados ya su tiempo, nos están mostrando que debemos avanzar. Tenemos una gran oportunidad, muchas innovaciones se han generado tan sólo por examinar los estándares existentes y explorar la posibilidad de establecer otros nuevos.

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