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La resiliencia y su trascendencia en el coaching



¿Qué logra el coaching para acompañar al cliente a vivir una experiencia resiliente? Esta interrogante nos lleva a algunas reflexiones trascendentes que exponemos a continuación:

El coaching representa una acción transformadora, expansiva, no directiva y potenciadora del desarrollo personal. El coach favorece por ello la resiliencia desde sus propias maestrías como generar una relación de confianza, expandir el potencial, escuchar y procesar en el presente con el cliente (IAC), además de ayudar a transformar el ser y el hacer del cliente, desde una mentalidad, abierta, curiosa y flexible (ICF), provocando conciencia y responsabilidad para nuevas acciones de su parte. En resumen, el coaching actualiza y activa la resiliencia de la persona en sus capacidades de afrontamiento y recuperación ante retos, quiebres y situaciones demandantes y críticas, saliendo fortalecido de los mismos. Y ello desde las capacidades resilientes del coach como modelo de inteligencia emocional, optimismo y autoeficacia.


Sabemos que la resiliencia expresa una adaptación saludable gracias a pilares cognitivo-emocionales como el “Yo Puedo” (Capacidades), “Yo Soy/Yo Estoy” (Autoestima) y “Yo Tengo” (Apoyo y sostenimiento), los cuales permiten comprender que pase o que pase no es el fin del mundo y que es posible recuperarse ante la crisis y el cambio, superando las adversidades con la fuerza interior del yo. Es más, implica actualizar recursos en las personas para vivir de manera sana en un medio estresante, descubriendo y utilizando habilidades expresiones claras de una “robustez psicológica”, como afirma Kobasa. Implica aprender de la experiencia para gestionar con éxito y motivación los contratiempos actuales y futuros y es por ello su notoria relación con el coaching.


El coaching, como proceso de acompañamiento cercano y liberador del talento humano, es una experiencia resiliente. Actuando en el cliente desde su realidad actual hacia su realidad deseada, pone en evidencia los factores y capacidades señalados para el logro de su bienestar y expansión saludable de florecer ante la crisis, ampliando sus niveles de emociones positivas, comprensión, relaciones positivas, significado y realización, como aporta Seligman con su modelo PERMA, bases de la resiliencia actual. Planteamos que el coaching facilita capacidades recurrentes de aprendizaje ante la adversidad y a su vez habilita a la persona en el mejor empleo de recursos para el afrontamiento exitoso y superación del estrés, la flexibilidad para el cambio y la superación de creencias limitantes para alcanzar sus objetivos. Desde el coaching, la resiliencia implica un profundo aprendizaje significativo.


Definitivamente, el coaching (como proceso conversacional) y la resiliencia (como fortaleza) comparten visiones comunes e interconectados en su mismo propósito. En primer lugar, el coaching desde la resiliencia señala las contribuciones desde los pilares señalados como también competencias para acompañar en el manejo del estrés en base a mejores vínculos sociales, fijar límites y en general fortalecer habilidades para la vida y la generación de posibilidades para lograr mejores resultados. Se ayuda al cliente a construir resiliencia desde el mundo interno de la persona hacia el plano externo, clarificando metas, generando con el cliente alternativas y oportunidades para co-crear planes de acción en el acompañamiento.





De otro lado, desde la mirada del coaching, es posible reforzar la resiliencia desde una conversación motivadora, no directiva, de plenitud, sentido y equilibrio entre coach y coachee, en base a la escucha activa, la intuición, la curiosidad y la gestión emocional que impulsa a este último a obtener objetivos y resultados extraordinarios. En tal sentido, el coach en base a la confianza invita al cliente para un cambio resiliente, desde el resultado actual hacia el resultado deseado. Mencionamos solamente que mediante las preguntas provocadoras es posible valorar la trascendencia de la Resiliencia en activar diversas variables psicológicas como: definir el propósito, la autoestima, la automotivación, el autocontrol, el locus de control interno, la flexibilidad, las relaciones afectivas sanas y especialmente la generatividad creativa en el cliente.


El coaching ayuda a resistir ante lo negativo, construir un comportamiento vital, adecuado y efectivo, facilitando en el cliente de manera saludable el pasar del ser al Hacer con coherencia, desde una perspectiva ontológica y a pesar de las dificultades o generar acciones desde un enfoque ejecutivo y pragmático, como cuando utilizamos el modelo GROW. Estimula las características resilientes en personas y organizaciones, muy bien definidas por Coutu: afrontar la realidad, la búsqueda de un sentido y ritualizar el ingenio. Competencias claves en un proceso de coaching.


En conclusión, el coaching actualiza y redimensiona la resiliencia en el cliente como capacidad para hacer frente a los retos de la vida, superarlos y en especial ser transformado por los mismos y a su vez transformar la realidad de manera contributiva y saludable. Es claro entonces que el Coach es una persona resiliente por experiencia y enfoque ético.



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