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Despeja 3 mitos para encontrar tu propósito en la vida



Si estás leyendo este artículo, es probable que al igual que me pasó a mí o a la mayoría de la gente, hayas llegado al punto donde en algún momento del día pensaste “¿Qué estoy haciendo con mi vida?” o “No estoy mal, pero lo que hago no me llena”. ¿Acerté?


Pues está bien, a todos nos ha pasado almenos una vez y es normal. De hecho, en mi experiencia como Coach y en el día a día, he descubierto que almenos el 90% de personas no lo tiene claro, y que luego de algún tiempo se dan cuenta de que el camino que eligieron no los está llevando a donde quieren llegar.


Pero estás aquí porque quieres dejar de ser parte de esa estadística y encontrar eso que tanto anhelas pero aún no sabes por dónde empezar a buscar, ¿cierto?. Pues el primer paso es no esperar más y empezar a trabajar en ello. Tu propósito en la vida no es algo mágico o místico que aparecerá de la noche a la mañana, que te visitará en sueños como una epifanía o que descubrirás repentinamente un día paseando en el sunset. Tienes que actuar para encontrarlo.


Para ello, en lugar de decirte qué hacer, te comentaré sobre 3 mitos que suelen entorpecer ese camino (ya de por sí arduo) de encontrar tu propósito:


Mito 1: Todos tenemos un único propósito en la vida


Quizás el principal problema es la forma en que se suele interpretar el concepto “propósito en la vida”, lo cual al sonar tan singular y trasendental, puede dar la idea errónea de que nacimos para un único fin y que nuestra misión en la vida es encontrarlo para poder ser felices dedicándonos a ello por el resto de nuestros días.

Sin embargo, debes saber que tu propósito de vida es, valga la redundancia, ¡algo vivo! que logras crear a través del autoconocimiento, recorriendo tu propio camino y que, así como tú, está en constante evolución. Es algo que aparece cuando decides ser consciente de qué valores rigen tu vida, qué te apasiona y tus dones o habilidades adquiridas.

Finalmente, es algo que cobra sentido cuando conectas todas esas piezas que forman parte de ti y abrazas las posibilidades que más te atraen hoy, aún sabiendo que probablemente no sean las mismas que apasionen a tu “futuro yo” en 5 o 10 años.


Como bien dijo Heráclito “lo único constante es el cambio”, así que no te angusties por encontrar esa única respuesta y pensar que quedará escrita en piedra. Tu propósito irá tomando forma y cambiando según lo hagas tú, lo importante es que sepas que siempre deberás tener uno que te acompañe y te muestre el norte.


Mito 2: “Tiene que ser algo que involucre a otros / pensado en cubrir las necesidades de otros”


Si buscas en google o lees alguno de los muchos blogs que te enseñan como encontrar tu propósito en 5 simples pasos, verás que tienen algo en común: básicamente todos ellos te llevan a pensar que tu propósito debe responder a algo que sirva a otros, que esté ideado en beneficio de alguien más o que aporte positiva y considerablemente al mundo. Pues ahí está la trampa. Está bien (y de hecho es imprescindible) que te preguntes “¿A quién beneficiaría lo que hago?”, pero el error está en pensar que la respuesta siempre tiene que ser a alguien más, que ese beneficiario no puedas ser tu mismo o que tu propósito de vida tenga que competir con Green Peace o alguna fundación para erradicar el hambre en África.


Y con esto, no digo que esté mal pensar en otros primero, ni hago una invitación al individualismo o mucho menos; lo que busco es que, desde una mente abierta a las posibilidades, te des cuenta que puedes y debes considerar el hecho de que tu propósito te involucre a ti mismo en primer lugar y que, como consecuencia, impacte en tu entorno. Y no sentirte mal o culpable por eso, ¡porque está bien!


Entonces, si la pieza que te falta en ese rompecabezas llamado “tu propósito de vida” es el “¿para quién?”, te invito a que te consideres a ti mismo como una posibilidad sin sentirte mal por ello. Después de todo, las personas felices (aquellas que nos sentimos plenas) aportamos al mundo mucho más de lo que creemos, así que como dice la frase “si viniste al mundo a ser feliz, no te detengas”.


Mito 3: “Tiene que ser algo rentable y/o que me vuelva rico”


Seguramente has visto más de un post o publicidad de esas que te prometen “Hazte rico con eso que te apasiona” o “Si amas viajar, gana millones recorriendo el mundo”. Pues, digamos que como todo enunciado tiene sus letras chiquitas.


Una vez más, la idea no es descartar que la pasión de una persona se pueda convertir en una interesante fuente de ingresos; sin embargo, el error está en creer que si no puedes monetizar rápida y exponencialmente tu pasión, entonces estás en el camino equivocado. No siempre el dinero es sinónimo de felicidad. Conozco a muchas personas con más dinero del que pueden gastar y menos felicidad que la dosis mínima diaria. Créeme, no quieres estar ahí.


A lo que voy es que, siempre que pienses en tu propósito, debes tener claro el “¿para qué lo harías?” ¿qué te da o cómo te aporta el vivir ese propósito en tu vida? Si tu única respuesta es dinero, es probable que lo que tengas entre manos sea una táctica o un objetivo a corto plazo, pero no tu propósito de vida. Recuerda que tu propósito no necesariamente tiene que ser el fast pass a la vida de rich & famous que todos desean, no almenos en el corto plazo, aunque seguramente haciendo algo para lo que tienes talento, perseverancia y te apasiona, se convierta en un éxito asegurado.


El tema es que cada vez hay más presión mediática y social sobre el hecho de ser “exitoso”, convirtiendo la palabra en un sinónimo de “adinerado”. Para mí, ser exitoso es permitirte tener más de lo que nunca imaginaste y disfrutarlo cada día. Y para ti, ¿qué es ser exitoso?



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