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Cultivando la resiliencia a través del coaching y el clown: El origen de una sonrisa


Desde pequeña, era capaz de sentir empatía por las compañeras que se encontraban solas por su timidez. Mi deseo más profundo era iluminar sus rostros con sonrisas y, para lograrlo, me convertía en "estornudos continuos" por mis alergias, en "la señora cucufata" que daba sermones interminables o en la alumna que planteaba preguntas "sin fin", para evitar que la profesora revisara las tareas.


Siendo una niña con asma, una condición que mi madre consideró suficiente para eximirme de actividades deportivas o artísticas, lo utilizaba como pretexto para dejar que mis compañeras tímidas sean quienes realicen las exposiciones con el objetivo de ayudarlas a superar el miedo de hablar en público.


Un camino inesperado hacia la empatía y la resiliencia

Mis travesuras no tenían límites; hasta llegué a caer de las escaleras para provocar risas. No me sentía una tonta; más bien lo disfrutaba. Buscaba compartir sonrisas y sentir el cariño de mis compañeras, quienes, con ternura, reían ante mis torpezas. Una vez, una compañera obtuvo mala calificación en matemáticas porque las multiplicaciones eran incorrectas. Para ayudarla, en lugar de multiplicar, sumamos, interminablemente; la situación se volvió muy cómica porque ninguna de las dos podía concentrarse y los errores “se multiplicaban”. Era yo quien se dispersaba para que ella riera, comprendiendo que lo importante no era la nota, sino la práctica.





A pesar de estudiar Ingeniería Electrónica, mi verdadera fortaleza era la empatía. Trabajé en "atención al cliente", donde mi disposición para resolver situaciones reducía el estrés y los reclamos y esto se manifestaba en sonrisas. Ascendí en mi carrera, pero anhelaba más.


Descubriendo mi verdadera vocación

Redescubrí a la niña empática y graciosa que siempre había sido gracias al “coaching” y entendí que mi verdadera vocación y propósito era hacer reír a través del “clown”.


El clown conecta con la audiencia a través de la empatía, mostrando sus grandes fracasos en el absurdo e inocente submundo de su imaginación. Por otro lado, el coaching se enfoca en cambiar la narrativa personal, viendo al fracaso como necesario para el aprendizaje y rompe con las creencias limitantes. Ambos enfoques me ayudaron en el camino de construcción de la resiliencia, mejoraron mis habilidades de comunicación no verbal a través de la escucha activa y me enseñaron a mantener la calma frente al estrés, incluso en las situaciones más desafiantes.


La resiliencia a través de la risueña empatía.

La habilidad de cambiar nuestra perspectiva interna y cuestionar nuestras creencias sobre quiénes somos y lo que podemos llegar a ser, es el regalo que el clown y el coaching pueden ofrecer. Mi historia es un testimonio de que, al cultivar el clown y el coaching, podemos desarrollar resiliencia, abrazar nuestra verdadera naturaleza y encontrar fuerza en la empatía y la risa. La vida puede ser un espectáculo complejo, pero podemos aprender a reírnos de nosotros mismos y afrontar los desafíos con una sonrisa que ilumina el camino hacia la resiliencia.



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